¿POR QUÉ CREEMOS EN LA MEDICINA NATURAL BASADA EN ALIMENTOS FRESCOS Y HIERBAS?

¿POR QUÉ CREEMOS EN LA MEDICINA NATURAL BASADA EN ALIMENTOS FRESCOS Y HIERBAS?

En los últimos tiempos se está evidenciando cada vez con más fuerza que los suplementos vitamínicos y los fármacos de síntesis no funcionan tan bien como los alimentos integrales y las medicinas herbales.

¿POR QUÉ LOS SUPLEMENTOS VITAMÍNICOS NO FUNCIONAN TAN BIEN COMO LOS ALIMENTOS?

En palabras del propio Dr Greger en su libro “Comer para no morir”: “Consumir fructosa, tal y como ha previsto la naturaleza, es decir, en forma de fruta, ejerce un efecto beneficioso.

La fruta produce un efecto gelificante en el estómago y en el intestino delgado que ralentiza la liberación de azúcares. Algunos fitonutrientes concretos de la fruta parecen bloquear la absorción del azúcar en el intestino y, así, evitan que llegue al torrente sanguíneo.

Es posible que la fructosa a dosis bajas facilite el control de la glucemia, porque comer una pieza de fruta podría reducir, en lugar de aumentar, la respuesta de glucosa en sangre. ¿Y las personas con diabetes tipo 2?

Se asignó aleatoriamente a diabéticos a un grupo que no podía comer más de dos piezas de fruta al día, y a otro grupo se le pidió que comiera un mínimo de dos piezas de fruta al día. El control del nivel de glucosa del primer grupo no fue mejor que el del segundo. Los investigadores concluyeron que «no debería restringirse el consumo de fruta en los pacientes con diabetes tipo 2».

Más recientemente, un grupo de investigadores que desarrolló un índice glucémico concluyó que seguir una dieta basada en frutas, verduras y frutos secos que incluía unas 20 raciones diarias de fruta durante un par de semanas no había tenido efectos adversos sobre el peso, la tensión arterial o los triglicéridos, al tiempo que había reducido el colesterol LDI, (el «malo») en unos asombrosos 38 puntos.

Según este doctor, la diabetes puede prevenirse, detenerse e incluso curarse si se sigue una dieta lo suficientemente sana. “Por desgracia, los médicos no tienden a educar a sus pacientes acerca de cómo prevenir la diabetes. Sólo uno de cada tres pacientes prediabéticos refiere que sus médicos les hayan recomendado hacer más ejercicio físico o mejorar su alimentación. Es posible que algunos de los motivos que explican esta falta de asesoramiento sea que las aseguradoras no compensan económicamente el tiempo adicional que duraría la consulta; la falta de recursos; la falta de tiempo; y la falta de conocimiento.

La realidad es que no formamos a los médicos para que capaciten a las personas a las que atienden. El sistema educativo médico actual aún no se ha adaptado a la gran transformación de las enfermedades, muchas de las cuales han pasado de ser agudas a ser crónicas. La medicina ya no consiste en arreglar huesos rotos ni en curar faringitis. En la actualidad, las enfermedades crónicas como la diabetes son la principal causa de muerte y de invalidez en los países occidentales”.

Las biopsias de los nervios de las piernas de diabéticos con una neuropatía progresiva severa han evidenciado enfermedad vascular periférica en el nervio sural de la pierna. Sin embargo, al cabo de unos días de empezar a comer de forma más saludable, la circulación sanguínea puede mejorar tanto que la neuropatía desaparece. Tras un promedio de dos años de seguir una dieta vegetariana compuesta fundamentalmente de arroz y fruta, hasta el 30 por ciento de los pacientes pueden recuperar la visión perdida como consecuencia de la diabetes.

Entonces, ¿por qué no enseñan nada de esto en las Facultades de Medicina? Porque recetar verdura en lugar de pastillas no da mucho dinero. El estudio sobre el alivio del dolor neuropático se publicó hace ya más de veinte años y los estudios acerca de la recuperación de la ceguera se dieron a conocer hace más de cincuenta. Tal y como escribió un comentarista, “que la comunidad médica mayoritaria pase por alto este hecho se debe, sin duda, a los intereses creados”.

Algo parecido pasó con los antioxidantes. Los suplementos de antioxidantes no parecen ser de gran ayuda para prevenir las enfermedades pulmonares y activar el sistema inmunológico. No podemos meter en una pastilla los poderes de la Madre Naturaleza.

Por ejemplo, se utilizó vitamina C para mejorar la tensión arterial porque se vio que la hesperidina que contenían las naranjas y otros alimentos antioxidantes ejercía un efecto protector frente a los ictus. Con esto en mente, los científicos se propusieron encontrar los alimentos más ricos en antioxidantes. Dieciséis investigadores de todo el mundo publicaron una base de datos que plasmaba el poder antioxidante de 3.000 alimentos, bebidas, hierbas, especias y suplementos.

Sin embargo, se comprobó que cuando los sujetos bebieron zumo de naranja en lugar de la solución de hesperidina, el flujo sanguíneo mejoró aún más que con los suplementos de hesperidina. En otras palabras, el efecto de protección ante el ictus que ejercen las naranjas va más allá de la hesperidina.

Cuando hablamos de alimentos, parece que el todo suele ser más que la suma de sus partes.

Por las mismas razones, se está viendo que se están produciendo resistencias a ciertos virus con los antibióticos de la farmacopea convencional y; en cambio, con antibióticos naturales en forma de aceites esenciales la efectividad sigue siendo la misma.

La razón es que la farmacopea convencional aísla los componentes más efectivos de una planta creyendo que así el resultado será más combativo. Pero, al contrario de lo que cabria esperar, el resultado es más agresivo, sin duda, pero no más efectivo porque ocurre que los otros compuestos que acompañan a una planta (y no sólo el componente con efecto antibiótico o la vitamina aislada), actúan de manera sinérgica colaborando en la resolución del problema que nos aqueja de manera sorprendentemente más eficaz.

Por eso, se ha visto en diferentes experimentos realizados por científicos del PCRM (siglas del Comité de Médicos para la Medicina Responsable, en inglés, y fundado por Neal Barnard) sobre cómo una dieta saludable puede influir en enfermedades habituales, que los pilotos de aviones que consumían más vitamina C procedente de frutas y verduras, parecían estar más protegidos frente a las radiaciones solares (las personas que vuelan diariamente en las capas altas de la atmósfera tienen un mayor peligro de exposición a las radiaciones solares dañinas) que aquellos a los que se administraron 500 mg de vitamina C diarios.

La conclusión de este experimento es que los antioxidantes que se encuentran de forma natural en los alimentos actúan de forma sinérgica y esto es lo que tiende a protegernos, la acción combinada y simultanea de muchos compuestos distintos.

Los antioxidantes aislados, a dosis elevadas, que es lo que encontramos en los suplementos, no tienen la misma capacidad de protección.

Efectivamente, los pilotos que ingerían un cóctel de fitonutrientes concentrados en varios alimentos de origen vegetal, como los cítricos, los frutos secos, las semillas, las calabazas y los pimientos, presentaron los niveles más bajos de daño al ADN en respuesta a la radiación con que la galaxia los bombardeaba a diario.

Así pues, el equipo de investigación concluyó que las verduras de hoja verde, como las espinacas y la col rizada, parecen superar a otras frutas y verduras en cuanto se refiere a este efecto antioxidante y protector frente a las radiaciones solares.

 

 

 

 

 

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