EL ENRANCIAMIENTO U OXIDACIÓN DE LOS ACEITES

EL ENRANCIAMIENTO U OXIDACIÓN DE LOS ACEITES
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¿Por qué es importante conocer el grado de oxidación de un aceite o manteca vegetal?

Los aceites están compuestos básicamente de diglicéridos y triglicéridos de ácidos grasos. Cada aceite tiene unas propiedades diferentes en función de su composición y podemos combinarlos para obtener lo mejor de cada uno de ellos.

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Así, por ejemplo, el aceite de ricino, que por sí solo tiene una baja capacidad de absorción, combinado con otros aceites más absorbentes aporta interesantes ácidos grasos a nuestra piel y una gran capacidad de hidratación.

Igualmente, si queremos elaborar jabones naturales, es importante tener presente que algunos aceites, aunque aportan un buen nivel de espuma y tienen una gran capacidad de limpieza, como el aceite de coco, tienden a resecar la piel en el uso diario.

Sin embargo, la combinación del aceite de coco con el aceite de hueso de oliva, que tiene una mayor capacidad emoliente y un índice bajo de enranciamiento, nos proporciona un jabón natural con mayores cualidades de lavado y dermoprotección.

Se suele hacer una distinción genérica entre aceites duros y aceites blandos:

-Los aceites duros son aquellos en los que predominan los ácidos grasos saturados y suelen permanecer en estado sólido a temperatura ambiente (20ºC). Al calentarlos se derriten y se ponen en estado líquido. La mayoría de las mantecas se consideran aceites duros.

-Los aceites blandos tienen predominio de ácidos grasos insaturados y se mantienen en estado líquido a temperatura ambiente. Además, los aceites blandos suelen ser más vulnerables al enranciamiento, que es la capacidad que tienen los aceites de reaccionar con el oxígeno y otros elementos y que producen su degradación y mal olor. Por eso es recomendable tener presente su fecha de caducidad.

Según el tipo de piel al que vaya dirigido nuestro producto cosmético podemos seleccionar un aceite u otro. Por ejemplo, aceites con un alto contenido en ácido palmítico pueden ser interesantes para la formulación de cosméticos para pieles secas. Aceites con un alto contenido en ácido oleico, como el aceite de almendras, pueden interesarnos para mejorar la penetración de otros activos de nuestra formulación.

El índice de yodo también nos puede ayudar en esta decisión, ya que aceites con un índice de yodo mayor tendrán un mayor riesgo de oxidación. Así, por ejemplo, el bajo índice de yodo del aceite de baobab, lo hace muy resistente a la oxidación, y, por tanto, muy resistente al enranciamiento.

Como decíamos, con el tiempo los aceites se vuelven rancios debido a la oxidación. Los aceites blandos insaturados (girasol, maíz) se oxidan más fácilmente que los aceites o mantecas saturadas (como las de coco, palma…) Cuanto más insaturado sea un aceite mayor probabilidad de oxidación tiene. Los aceites con alto contenido de grasas poliinsaturadas, Omega 3 y Omega 6, son muy sensibles al calor, la luz y el oxígeno. Cuando se exponen a estos elementos durante demasiado tiempo, los ácidos grasos presentes en el aceite se oxidan y se ponen rancios.

Ciertos factores aceleran el proceso de oxidación (el oxígeno, la luz, el contacto con metales oxidantes como el hierro y el cobre, etc.) y también el calor, que acelera las reacciones químicas. Por el contrario, otros factores ralentizan la oxidación, como por ejemplo el aporte o la riqueza natural del aceite en vitamina E. Es por ello que aceites naturalmente ricos en vitamina E como el aceite de germen de trigo se utilizan en combinación con otros aceites para protegerlos de a oxidación.

O suplementos de vitamina E, en forma de gotas o cápsulas, son añadidos a nuestras formulaciones con tal de protegerlas de la oxidación.

Existen, por otra parte, los aceites o sustancias muy resistentes a la oxidación y que no necesitan que les añadamos ninguna vitamina. Este es el caso, como comentábamos, del aceite de germen de trigo.

O, también, del aceite de ricino, que es más parecido a una lanolina vegetal que a un aceite convencional.

Lo mismo sucede con el aceite de jojoba, que también parece más una cera muy fina que un aceite y cuya resistencia a la oxidación también es de todos conocida. O el aceite de baobab, que antes comentábamos, cuyo bajo índice de yodo lo hace muy resistente a la oxidación.

Como decíamos, según la formulación cosmética que queramos elaborar y el tipo de piel al que vaya dirigida, podemos considerar utilizar unos aceites u otros.

Dado que estos aceites se oxidan menos, también se conservan mejor y durante más tiempo y, por ello, pueden sernos muy útiles en la elaboración de cremas y productos destinados a pieles sensibles y reactivas con baja tolerancia a los conservantes añadidos.

Sustancias como la cera de abejas natural, que podemos agregar a la hora de emulsionar nuestros aceites y jabones naturales, también los protegen en cierta medida de la oxidación y alargan su vida útil.

Y las resinas, como la colofonia, que podemos incluir en la formulación de nuestros jabones, también evitan su enranciamiento. La resina de benjuí, por ejemplo, no sólo evita el enranciamiento, sino que además se utiliza como conservante en las formulaciones cosméticas naturales.

En una próxima entrada explicaremos el procedimiento para elaborar un conservante natural a partir de resina de benjuí.

Otros ingredientes naturales que pueden actuar como antioxidantes en nuestras preparaciones cosméticas, serían: los betacarotenos, entre ellos la vitamina C, la astaxantina (un poderosísimo antioxidante de origen vegetal), las sales de alumbre, que al igual que el benjuí actuarían como antioxidantes y como conservantes a la vez, el extracto Co2 de romero (oleorresina), el ESP (extracto de semillas de pomelo), así como el añadido de aceites esenciales y alcoholes naturales como el etanol.

Es importante pues tener presente todo esto a la hora de formular nuestros productos, pues los que contengan estos ingredientes en mayor o menor medida, tal vez no precisen del añadido de otro tipo de antioxidantes o conservantes más agresivos.

 

 

Como veníamos comentando, el potencial oxidativo de un aceite vegetal depende sobre todo del tipo de ácidos grasos que lo componen, de forma que los aceites pueden ser más o menos sensibles a la oxidación según la composición de sus ácidos grasos y, sin duda, según también su proceso de obtención y sus condiciones de conservación pues los aceites vegetales son muy sensibles al calor y la temperatura.

Así, por ejemplo, los aceites vírgenes prensados en frío no sólo cuentan con mayores propiedades y capacidades emolientes, sino que además tienden a enranciarse menos. Igualmente ocurre con los aceites conservados en recipientes de vidrio y alejados de fuentes de luz y calor. Una buena idea es conservarlos en la nevera y sacarlos unas horas antes de que vayamos a utilizarlos.

De entre los aceites poco sensibles a la oxidación, contamos con los de: germen de trigo, lino, albaricoque, almendras, aguacate, avellana, coco, jojoba, oliva, ricino, manteca de cacao, manteca de karité…

De entre los aceites moderadamente sensibles a la oxidación, tenemos los de: argán, borraja, semillas de uva, chía, perilla, sésamo…

Algunos aceites son, sin embargo, muy sensibles a la oxidación, como los de: girasol, maíz o rosa mosqueta…

Si por desgracia, alguno de nuestros aceites llegara a enranciarse antes de que le demos uso, pensad que no es necesario tirarlo pues siempre puede aprovecharse para elaborar jabón. En el jabón no se nota si el aceite se ha enranciado un poco, además, el añadido de los aceites esenciales y aromas acabará de corregir el desaguisado.

Hablar de la oxidación de los aceites nos obliga a hablar de los antioxidantes, que son las sustancias que previenen la oxidación, como veníamos diciendo.

Los antioxidantes son moléculas capaces de proteger a las células del efecto dañino de factores externos como los radicales libres, que son moléculas muy reactivas capaces de desatar una reacción en cadena muy perjudicial para nuestro organismo, ya que provoca daños a muchas células.

Así como los antioxidantes son importantes en los procesos internos de nuestro organismo, también son importantes y necesarios en el cuidado de nuestra piel, que es el órgano más grande que tenemos y que cumple con numerosas funciones: Como regular nuestra temperatura corporal, equilibrar el paso de agua tanto del interior como del exterior de nuestro cuerpo, eliminar factores externos que son dañinos y proteger el cuerpo de efectos negativos como la contaminación o la radiación solar, entre otros.

Una de las mejores alternativas para cumplir con estos objetivos, es la utilización de antioxidantes naturales en nuestras formulaciones cosméticas, capaces de ayudarnos a contrarrestar daños importantes como puede ser el envejecimiento cutáneo.

LOS ANTIOXIDANTES MÁS EFICACES PARA INCLUIRLOS EN NUESTRAS RECETAS NATURALES

Las investigaciones más recientes indican que aquellos antioxidantes que son nutrientes esenciales para nuestro organismo, son también los antioxidantes más eficaces. Entre ellos, la vitamina E, la vitamina C y los flavonoides.

Como siempre decimos, es mejor utilizar los riquísimos aceites y compuestos naturales que contienen la sustancia que acudir a cápsulas de vitaminas u otro tipo de preparaciones de laboratorio, sintéticas en mayor o menor medida.

Así, es posible, como decíamos, añadir aceite de germen de trigo a nuestras preparaciones para evitar su enranciamiento y para aportarles además propiedades anti-edad. Y, asimismo, es posible añadirles los riquísimos aceites de pepita de frambuesa, que contienen altos niveles de vitaminas A y E, o un aceite de pepitas de uva, con altos niveles de polifenoles y vitaminas E y K, o incluso de aguacate, que es rico en vitaminas A, D y E…

El resveratrol es ampliamente conocido gracias a sus propiedades antioxidantes que potencian las fibras de colágeno. Proporciona a la piel firmeza y retrasa la aparición de arrugas. Además, posee otras propiedades antiinflamatorias y de protección solar. Entre sus componentes se encuentran los polifenoles, unos potentes activos con grandes propiedades antioxidantes que ayudan a combatir los radicales libres y a frenar el envejecimiento prematuro. Aceites ricos en resveratrol y polifenoles serían los de pepitas de uva, como antes adelantábamos, y el aceite de açaí. Y también es siempre posible complementar nuestra preparación con extractos vegetales de té verde, malva, avena o granada, que cuentan con gran cantidad de antioxidantes naturales.

El Retinol, por su parte, es un activo derivado de la vitamina A con la capacidad de llegar hasta las capas más profundas de la piel, estimulando así el colágeno y la elastina. Gracias a sus propiedades mejora en gran medida el aspecto exterior de la piel. Los aceites de rosa mosqueta y de aloe vera bio contienen grandes cantidades de retinol natural.

Recientemente, se han añadido a esta lista las proantocianidinas oligoméricas, que son una de las sustancias polifenólicas más abundantes en el reino vegetal. Estos polifenoles se pueden encontrar en frutas como la manzana, la pera y la uva, y también en alimentos como el chocolate y las bebidas como el vino tinto y el té.

Un estudio presentado en la Society for Free Radical Biology and Medicine en Indianapolis, Estados Unidos, ha demostrado que la capacidad antioxidante de las proantocianidinas oligoméricas puede llegar a proteger los vasos sanguíneos del envejecimiento que se asocia con una disminución en el daño celular, lo cual sugiere que estas sustancias tienen un efecto anti-edad gracias a que protegen el ADN.

Así, es posible obtener este refuerzo antioxidante de las proantocianidinas añadiendo, por ejemplo, sangre de drago a nuestras preparaciones. La Sangre de Drago es una sustancia utilizada desde milenios por sus importantes propiedades medicinales, antiinflamatorias, cicatrizantes y desinfectantes. Actúa como un potente antioxidante con efecto rejuvenecedor que actúa tanto en las capas superficiales de la piel como en las capas más profundas. La alta dosis de proantocianidinas que posee la sangre de drago ayuda al mantenimiento de las fibras del colágeno natural y reduce en gran medida las arrugas, que son la expresión más visible del deterioro de los tejidos.

 

HACEMOS UN REPASO DE LOS ANTIOXIDANTES DE USO FRECUENTE EN COSMÉTICA NATURAL

-La Vitamina E (tocoferol), bien en forma de gotas, bien en forma de capsulas de gelatina para tomar de las que podemos pinchar y verter la vitamina E en nuestro producto; suele ser el antioxidante más recurrido a la hora de preservar los aceites y grasas que contienen nuestras cremas, jabones, y demás productos de elaboración casera. Es un antioxidante de gran alcance que además ayuda a la piel a defenderse contra los radicales libres y protegerse de los rayos UV. También estimula la circulación, mejora la elasticidad de la piel, ayuda a prevenir las arrugas, mejora la cicatrización, y ayuda a curar las llagas. Dosificación para retrasar el enranciamiento: 0.1%-0.2% del peso total de los aceites de la fórmula (4-8 gotas por cada 100 g de aceite).

-La astaxantina: Es uno de los mayores antioxidantes del mundo, por lo que la captación de radicales libres es su fuerte. Es diez veces más potente que la vitamina C, catorce veces más potente que la vitamina E y cincuenta y cuatro veces más potente que cualquier otro betacaroteno. El salmón, un animal que necesita (literalmente) toda su energía para nadar durante días y días a contracorriente, tiene una gran concentración de este componente en su musculatura. De hecho, es por ello que tiene ese color entre rosado y rojizo que todos conocemos.

Procedente de una microalga marina, llamada haematococcus pluvialis, la astaxantina es una sustancia natural que provee a la piel de micronutrientes y consigue prevenir, ralentizar e incluso mejorar los efectos del fotoenvejecimiento, como manchas, pequeñas arruguitas, flacidez (elastosis) y arañas vasculares. La astaxantina es un fantástico antiaging, pues reduce las arrugas y mejora la elasticidad de la piel. Por otra parte, minimiza los daños que los radicales libres puedan ocasionar en la dermis y mejora el flujo sanguíneo en la zona en la que se aplique. También hay que destacar el poder antiinflamatorio que tiene este compuesto, así como su capacidad para prevenir el envejecimiento prematuro protegiendo la piel de las perjudiciales radiaciones UVA.

En cosmética natural es interesante utilizarla (vertiendo una cápsula de la sustancia astaxantina) en las preparaciones cosméticas especialmente orientadas a difuminar manchas faciales y a protegernos de las radiaciones UVA. Si disponéis de esta posibilidad, podéis añadirla a vuestras formulaciones de protectores solares, dado que actúa como un potente filtro biológico natural, y también en las formulaciones de cremas anti-manchas y antienvejecimiento.

 

Sin embargo, es un pigmento de carácter acumulativo cuya sobredosis puede producir coloraciones amarillentas en la piel. Es por ello importante no excederse de una capsulita en nuestras preparaciones cosméticas. Igualmente, si decidimos ingerirlo para protegernos de las radiaciones solares, es importante que no tomemos más cantidad de la dosis prescrita.

-El extracto Co2 de romero (oleoresina). Las propiedades antioxidantes de este extracto se deben principalmente a la presencia de ácido carnosínico, que pueden ayudar a estabilizar mezclas de aceites y productos que contienen aceites. También tiene efectos antiinflamatorios en la piel y puede ayudar a combatir los radicales libres (una buena opción para jabones ‘anti-aging’). Dosificación: 0.1 – 0.4% del peso total de los aceites (2-8 gotas por cada 100 g de aceite).

-La resina de benjuí, que, como hemos dicho, no solo previene la rancidez, sino que también se utiliza como conservante en formulaciones cosméticas naturales. Dosis: 0,5-1% del peso total de los aceites.

-El aceite de germen de trigo: Es un aceite con alto contenido en vitamina E, que transfiere grandes propiedades preservativas a los productos a los que es añadido.

-Otros antioxidantes de uso frecuente son: El extracto de semillas de pomelo* (ESP* El extracto de semillas de pomelo es un poderoso antioxidante gracias a su alto contenido en vitamina C y flavonoides), los aceites esenciales (todos ellos poseen capacidades antioxidantes en mayor o menor medida), la Vitamina A, Vitamina C (ácido ascórbico), betacarotenos, etc…

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